¿Por qué género y sexualidad?
Pinar Ilkkaracan y Susie Jolly
Publicado en Revista Futuros No.1
Este trabajo es parte del Informe General “Género y Sexualidad”, que forma parte de la serie
Canasta Básica, publicado por BRIDGE, esta organización fue fundada en 1992 como un
servicio especializado de investigación e información sobre género y desarrollo, dentro del
Instituto de Estudios de Desarrollo (IDS) en el Reino Unido.
‘Toda la gente... me advirtió... que los hombres iban a asediarme. Por lo tanto, recaía en mí la
obligación de preservar la moralidad de ellos. Las y los maestros eran más cómicos. Nos
mostraban películas aterradoras de infecciones de transmisión sexual: vaginas abiertas,
infestadas de lesiones, que en nada se parecían a aquello con lo que yo estaba familiarizada. No
nos decían cómo había ocurrido esta “transformación”. El mensaje subyacente era: virginidad,
virginidad, virginidad; no para mí misma sino para el esposo que me amaría por siempre y para
mis padres – léase, mi padre – que iban a adquirir tanto dinero del novio mítico.’
(Everjoice Win 2004 )
‘A los niños se les socializa para que sean agresivos, machistas, dominantes y asuman el
control. Se les ha socializado de manera que estén siempre preparados para tener relaciones
sexuales y se les ha infundido la noción de que su impulso sexual es incontrolable.’
(Cesnabmihilo Dorothy Aken’Ova 2004 )
‘Me fui de mi casa a los 14 años cuando mi hermano descubrió que yo estaba teniendo
relaciones sexuales con mi amigo Paulo... él [mi hermano] empezó a insultarme, a maltratarme y
golpearme... hasta me llevó a un burdel, a una zona roja, para que pudiera tener relaciones con
una mujer.’
(Mabel, activista transgénero, Brasil, en Kulick 1998: 59)
Porque la sexualidad es influenciada por normas de género
Tal como lo sugieren las citas anteriores, y también la definición de la sexualidad
ofrecida por la OMS, las influencias sociales en torno a la sexualidad nos afectan a
todas las personas. El género es una de esas influencias; es decir, expectativas acerca
de que las mujeres y los hombres, los niños y las niñas han de comportarse de maneras
diferentes unas de otros (además de la expectativa de que toda la gente será ya sea
hombre o mujer, no transgénero). Quienes cumplen estas expectativas, como las niñas
que son sometidas a mutilación genital o tienen un matrimonio precoz, pueden sufrir
para hacer encajar sus sexualidades en marcos limitados y carentes de igualdad.
También los varones jóvenes pagan un precio. Por ejemplo, en lugares tan diversos
como Turquía, Paquistán y Brasil, muchos niños son llevados a visitar burdeles, a
temprana edad, por sus padres, hermanos o amigos sin que estén dispuestos o
preparados para tal experiencia, que a veces les resulta traumática.
Pueden enfrentarse a violencia y discriminación quienes no encajan en el molde, como
los hombres que no son machistas, las madres solteras, las mujeres que expresan
abiertamente sus deseos sexuales o tienen relaciones sexuales sin estar casadas, las
personas transgénero y aquéllas con parejas de su mismo sexo. Si bien las reglas en
torno a lo que es aceptable o no varían dependiendo del contexto, en numerosos
lugares se ejerce una enorme presión para contraer matrimonio, en ocasiones uno
forzado y precoz. Otras expresiones, como lesbianas, gays, bisexuales y transgénero
(LGBT), son desalentadas por el estigma social y a veces por penas legales. Parte de
ser lo que se considera que es un ‘verdadero hombre’ o una ‘verdadera mujer’ consiste
en apegarse a los estereotipos (sin ninguna ambigüedad de género ni posibilidad de ser
transgénero) y expresar deseos sólo hacia personas del sexo ‘opuesto’ o tener
relaciones sexuales únicamente con éstas.
Porque las ideologías en torno a la sexualidad son utilizadas para controlar a las
mujeres
‘... Al reconocer la autonomía sexual y reproductiva de la mujer, más que al proteger la pureza
sexual de la mujer, se atacan las raíces de la violencia sexista.’
(Radhika Coomaraswamy,
Relatora Especial de la ONU sobre la violencia contra la mujer,
sus causas y consecuencias
2003: 17-18)
Los controles sobre la movilidad, la educación y la participación económica de las
mujeres y las niñas se imponen con el fin de proteger su castidad. En Bangladesh, la
discusión entre integrantes de la organización nacional de mujeres Naripokkho también
sacó a luz las formas en que los controles sobre la sexualidad femenina son clave para
controlar más generalmente a las mujeres:
‘Las normas socioculturales dictan lo que las mujeres deberían hacer, o no, con
sus cuerpos. Los relatos ilustraron las numerosas reglas sociales que restringen
el movimiento físico de las mujeres; es decir, cuándo, hacia dónde y cuán lejos
pueden salir de sus hogares y qué constituye una razón legítima para que lo
hagan; cuáles partes de sus cuerpos ellas deben cubrir y en qué forma; cómo
deben conducirse cuando están bajo la mirada de ‘otros indeseables’, que
incluyen desde cuñados hasta el público en general; cuándo pueden tener
relaciones sexuales y con quién; si pueden insistir o no en el placer sexual para
sí mismas; cuándo y con cuánta frecuencia pueden quejarse por una salud
deficiente; si pueden buscar atención para su salud, además de dónde, cuándo y
de quién recibirla, y así sucesivamente – todo ello centrado de una u otra
manera en los cuerpos de las mujeres... ¿Cuáles implicaciones tuvieron estas
reglas sociales para los derechos y las libertades de las mujeres? ¿Cómo es
posible, entonces, que la agenda por los derechos haya podido dejar fuera
asuntos relacionados con la libertad sexual, tal como ha tendido a hacerlo?’
(Huq 2006: 129)
Por ejemplo, en Turquía, donde la educación primaria de ocho años es de hecho
obligatoria según la ley, miles de niñas no son enviadas a la escuela por sus
progenitores debido al temor de que la educación en un ambiente mixto incrementará la
posibilidad de encuentros sexuales de sus hijas con niños, así como la probabilidad de
que ellas, habiendo recibido educación, lleguen a rechazar un matrimonio precoz o
arreglado, lo cual a la familia le ‘cuesta’ su ‘honor’ y el llamado precio de la novia.
Adicionalmente, desde los Estados Unidos de América hasta Namibia y Polonia se
utilizan acusaciones en torno a la sexualidad para atacar la organización de las mujeres.
A aquéllas que se movilizan por la igualdad de género a veces se las acusa de no ser
‘mujeres correctas’, de que son lesbianas o promiscuas. Tales ataques buscan socavar
a esas mujeres y frenar su poder e impacto políticos, como también reforzar ideas
acerca de lo que es una conducta femenina apropiada (Rothschild 2005).
Porque la sexualidad está vinculada a la pobreza
La deficiente salud sexual y reproductiva es a la vez causa y consecuencia de la
pobreza (Family Care International 2005). Los problemas de salud sexual y reproductiva
constituyen alrededor del 20 por ciento de los malestares de salud en las mujeres a
nivel mundial y del 14 por ciento en los hombres, debido a la falta de servicios
apropiados de salud sexual y reproductiva (OMS 2004).
La sexualidad también puede conducir a la pobreza por razones tanto sociales como de
salud. En muchos lugares, el matrimonio es vital para la supervivencia económica,
particularmente en el caso de las mujeres. El hecho de que ellas no contraigan nupcias
puede limitar su acceso a la tierra, a vivienda, herencia y redes sociales (Kapur 2005).
No obstante, cuando sí se casan, pueden pasar a formar parte de una unidad familiar
que distribuye en forma desigual recursos tales como alimentos e ingresos y les exige
que aporten más de lo que reciben. Las personas LGBT pueden enfrentarse a
hostigamiento, como también a discriminación en la educación y en el mercado de
trabajo, lo cual reduce sus oportunidades de obtener medios de subsistencia (Armas
2006). El trabajo sexual puede ser una fuente de ingresos y una manera de salir de la
pobreza, pero también un sitio de explotación por parte de proxenetas o agentes de
policía, dependiendo de la situación y del ambiente laboral de la persona que ejerce
este oficio.
Porque la desigualdad de género incrementa la transmisión del VIH/SIDA
El VIH/SIDA es un área en la cual se interconectan las opresiones de género y
sexualidad con efecto devastador. En muchos contextos, de las mujeres se espera que
sean inocentes y pasivas, además de que podrían ser económicamente dependientes o
estar en riesgo de sufrir violencia, lo que puede llevarlas a no ser capaces de exigir
relaciones sexuales más seguras o explorar sus propios deseos. En contraste, se
espera que los hombres sepan sobre las relaciones sexuales y asuman el control en
éstas; podrían sentirse desalentados a admitir ignorancia y vulnerabilidad y a buscar
información sobre relaciones sexuales más seguras, por lo que practican conductas que
les ponen en riesgo a ellos mismos y a su(s) pareja(s).
Los hombres que tienen sexo con hombres son marginados y cuentan con menos
información y posibilidades de hacer cambios en sus conductas sexuales para que sean
más seguras. De igual manera, a las y los trabajadores del sexo a menudo se les
estigmatiza, la ley les penaliza y la policía les hostiga, de modo que no se encuentran
en una posición fuerte para buscar información sobre relaciones sexuales más seguras
y negociar la seguridad con clientes o amantes.
Porque la sexualidad es un asunto de supervivencia
Para muchas personas, en particular las pobres, la sexualidad puede ser un asunto de
supervivencia vinculado al VIH/SIDA, la mortalidad materna y una salud deficiente,
como también a complicaciones relacionadas con la mutilación genital femenina. Cada
año, por lo menos 529,000 mujeres fallecen durante el embarazo o el parto; el 99 por
ciento de estas muertes ocurren en el mundo en desarrollo. Las complicaciones
derivadas de abortos inseguros son responsables del 13 por ciento de todas las
muertes maternas (información tomada de OMS,
http://www.who.int/mdg/goals/goal5/en/index.html ).
Mutilación genital femenina
Se estima que hoy día en el mundo hay entre 100 y 140 millones de niñas y mujeres
que han sido sometidas a alguna forma de mutilación genital femenina (MGF). La
gran mayoría de las afectadas vive en el África subsahariana, pero la práctica
también es conocida en partes del Medio Oriente y de Asia. Las consecuencias para
la salud varían dependiendo del tipo y de la severidad de la MGF. La gama de
complicaciones – físicas, psicológicas y sexuales – asociadas a la MGF incluye
dolor severo, choque, hemorragia, retención urinaria, ulceración de la zona genital y
lastimaduras al tejido adyacente. La hemorragia y la infección pueden provocar la
muerte.
(Adaptado de OMS, http://www.who.int/reproductivehealth/
pages_resources/listing_fgm.en.html, y nota descriptiva de la OMS sobre la
MGF, http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs241/en/index.html)
El hecho de transgredir las normas en torno al género y la sexualidad también puede
poner en peligro la supervivencia de una persona. Por ejemplo, el estado de Zamfara en
Nigeria instituyó los códigos legales sharia en 1999, incluyendo el delito de fornicación
que puede ser penalizado con latigazos, encarcelamiento o lapidación; esto a pesar de
que el Corán no permite la lapidación ni el castigo con la muerte (Ilkkaracan 2002). Las
relaciones sexuales fuera del matrimonio son tratadas como fornicación. En algunos
países, entre ellos Paquistán, una mujer puede ser acusada de fornicación incluso si fue
violada. Desde entonces, a varias mujeres se les ha acusado de este delito y algunas
fueron lapidadas a muerte. La mayoría de las acusadas según estas leyes son mujeres
pobres, raras veces las pertenecientes a elites (Baobab 2003).
La persecución de personas LGBT también puede poner en riesgo la supervivencia. Los
ejemplos abundan. En 1990 y 1991, más de 40 travestis (transgénero) fueron
asesinadas en Lima, Perú, por grupos de la derecha conocidos como ‘mata cabros’. En
el 2005, Ann Viola Eddy, fundadora de la Asociación de Lesbianas y Gays de Sierra
Leona, fue brutalmente violada y asesinada. Recientemente, una supuesta pareja
lésbica fue encontrada asesinada en Jamaica; sin embargo, las autoridades no llevaron
a cabo una investigación apropiada (Stern, Human Rights Watch 2006).
Porque la atención a la sexualidad es clave para cumplir con los Objetivos de
Desarrollo del Milenio
La sexualidad, la salud sexual y los derechos sexuales están relacionados con casi
todos los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). La ‘Estrategia de salud
reproductiva para acelerar el avance hacia la consecución de los objetivos y las metas
internacionales de desarrollo’ de la OMS, adoptada por la 57a. Asamblea Mundial de la
Salud (WHA) en mayo del 2004, reconoce explícitamente los vínculos entre los ODM y
la salud sexual y reproductiva. Un grupo de especialistas internacionales exploró aún
más los vínculos entre los ODM y la salud y los derechos sexuales en una reunión
organizada por la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS) en mayo del 2006.
En un artículo conjunto, el grupo sostiene que la promoción y protección de los
derechos sexuales contribuirán de manera significativa al avance de los ODM.
La sexualidad, el género y los Objetivos de Desarrollo del Milenio
La promoción y protección de los derechos sexuales no sólo son fundamentales
para alcanzar los objetivos de la salud sexual, sino también directamente relevantes
al logro de los ODM. La presencia y accesibilidad de servicios de calidad de salud
sexual y reproductiva, la información y educación sobre la sexualidad, la protección
de la integridad del cuerpo y la garantía del derecho de las personas a escoger
libremente sus parejas sexuales y maritales, a tomar decisiones relacionadas con la
reproducción y a la búsqueda de una vida sexual satisfactoria, segura y placentera
se fundamentan en, y contribuyen a, la igualdad de género y la autonomía de las
mujeres (ODM 3); al acceso a la enseñanza primaria, en particular de las niñas
(ODM 2); a la reducción de la mortalidad infantil, especialmente de niñas (ODM 4); a
los mejoramientos en la salud y la mortalidad maternas (ODM 5); a la reducción de
la vulnerabilidad al VIH/SIDA, las infecciones de transmisión sexual y otras
amenazas para la salud (ODM 6), y también a la reducción de la pobreza (ODM 1).
Así, el logro de los derechos sexuales para todas las personas contribuirá no sólo a
la salud sexual y reproductiva, al bienestar y a la calidad de vida, sino también al
avance de los ODM.
(Basado en Hawkes, Coleman, Corona, Vanwesenbeeck, Mazin, Ilkkaracan, Esiet y
Rubio-Aurioles, a ser publicado en 2007)
También se podría argumentar que las condicionalidades de los Estados Unidos de
América en torno al financiamiento para el VIH/SIDA van en detrimento del Objetivo 8
de ‘fomentar una asociación mundial para el desarrollo’. Avanzar sobre la base de los
derechos relacionados con la sexualidad ya establecidos en acuerdos de la ONU (ver
Capítulo 5) sería más conducente a dicha asociación. (Ver más información sobre la
sexualidad y los ODM en la CRA que acompaña a este Informe General.)
Porque la sexualidad puede contribuir al empoderamiento y al bienestar
Así como la sexualidad tiene repercusiones relacionadas a la violencia, pobreza,
marginación y supervivencia, también puede conducir al gozo, la satisfacción y el
bienestar, además de potenciar las relaciones humanas a través de la intimidad o el
placer compartidos. Las relaciones sexuales pueden ser opresivas, pero son además un
espacio en el que las mujeres adquieren poder, donde los hombres disfrutan siendo
vulnerables y las personas transgénero afirman su sentido de sí mismas con amantes
que las ven como ellas quieren ser vistas. Tener la libertad para explorar los deseos
sexuales y buscar placer puede empoderar a aquellas personas a quienes se les ha
enseñado a sentir vergüenza por sus cuerpos y sus sexualidades, entre ellas muchas
mujeres, personas que viven con VIH/SIDA, personas con discapacidades y LGBT. Ser
capaz de rehusarte a tener relaciones sexuales que no deseas requiere que ya tengas
una cierta dosis de poder para decir ‘no’ y lograr que tu decisión sea respetada. Cuando
esto es posible, o si en efecto ocurre, podría empoderarte aún más el hecho de
percatarte de que puedes afirmar tus derechos a la integridad física.
Porque la sexualidad es un sitio de lucha política
Muchas personas consideran la sexualidad como privada, individual y biológica. Aunque
puede incluir estos aspectos, también es un asunto altamente político y relacionado con
las políticas, como lo muestra la actual movilización en torno a la sexualidad en todo el
mundo. Los siguientes son sólo unos cuantos eventos seleccionados de tiempos
recientes que ilustran algunas de las políticas y la política relacionadas con la
sexualidad.
En el 2005, las mujeres africanas celebraron la entrada en vigor oficial de un tratado sin
precedentes: el Protocolo sobre los Derechos de las Mujeres en África – primer
instrumento internacional de derechos humanos que explícitamente contiene
disposiciones para el derecho al aborto (en casos de violación, incesto y riesgos de
salud) y también el primero que hace un llamado a prohibir la mutilación genital
femenina. El Protocolo fue adoptado después de varios años de campañas por parte de
organizaciones de mujeres africanas.
En mayo del 2006, Colombia legalizó el aborto para aquellos casos en que la vida de la
mujer se encuentre en peligro, el feto esté severamente deformado o el embarazo sea
producto de la violación. Una niña de 11 años de edad que fue violada por su padrastro
tuvo el primer aborto legal. A pesar del cambio en la legislación, ella se vio obligada a
acudir a la corte constitucional para poder tenerlo, la Iglesia Católica condenó el aborto
y opositores manifestaron fuera del hospital para objetar el procedimiento.
En julio del 2006 fue fundada la primera asociación transgénero en África. En agosto,
los países del MERCOSUR se comprometieron a adoptar acciones concretas a fin de
combatir la homofobia; lo hicieron durante la reciente Reunión de Altas Autoridades en
Derechos Humanos y Cancillerías del MERCOSUR y Estados Asociados (con
representantes de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú,
Uruguay y Venezuela). En septiembre, Amartya Sen, ganador del Premio Nobel de
Economía, se unió a la campaña realizada en la India por la derogación del Artículo 377
del Código Penal – la ley instituida por el gobierno colonial británico, y hoy día aún
vigente, que criminaliza ‘el acto sexual carnal contra el orden de la naturaleza’ y es
utilizada para censurar las relaciones homosexuales.
En vista de que la sexualidad tiene tales implicaciones para las políticas, y de igual
manera las políticas para la sexualidad, se trata de un asunto que compete a activistas,
al desarrollo, a los gobiernos y las instituciones internacionales.
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